Expertos analizan el papel de la innovación, las comunidades energéticas y la industria para avanzar hacia un modelo más resiliente y descarbonizado en la Comunitat Valenciana.
Las consecuencias de la reciente DANA han vuelto a situar en primer plano la necesidad de repensar el modelo energético y constructivo del territorio valenciano. Bajo esta premisa se celebró en las instalaciones del Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) la jornada «Estrategias para la descarbonización y resiliencia energética del hábitat en la Comunidad Valenciana tras la DANA», un encuentro en formato desayuno tecnológico organizado por el propio ITE y Economía 3, que reunió a representantes institucionales, centros tecnológicos, asociaciones empresariales y empresas del sector energético e industrial.
La mesa contó con la participación de Jorge Valls, de la Fundación Valencia Clima y Energía; Nuria Baeza, de Aeioluz; Néstor Arroyo, de Valmetal; Iratxe Rodríguez, directora de Investleading; Fernando Giner, director de Desarrollo de Negocio de GDES; Patricia Muñoz, presidenta de Fepeval; Gonzalo Ubieto, director Comercial y de Marketing de Ampere Energy, y Enrique Bayonne, director del Clúster de la Energía de la Comunitat Valenciana.
Por parte del ITE intervinieron las investigadoras Milagros Peña, del área de Flexibilidad, Planificación y Comunidades Energéticas, y Laura Martín, del área de Eficiencia en los Usos de la Energía y responsable del proyecto Habitat Sostenible 4.0. Esta iniciativa surge en 2022, fruto de la colaboración entre la Dirección General de Vivienda y los institutos tecnológicos de REDIT.
El papel del ITE: digitalización energética y evaluación de la resiliencia
Durante su intervención al arrancar la mesa, Laura Martín puso el foco en el trabajo desarrollado desde el ITE en el ámbito de la edificación sostenible, destacando el papel de la innovación tecnológica como palanca para mejorar la resiliencia energética. En el marco del proyecto Habitat, explicó, el instituto ha trabajado en la introducción de tecnologías innovadoras enfocadas a la digitalización energética y el autoconsumo.
Uno de los avances más relevantes ha sido el desarrollo de una metodología específica para evaluar el nivel de resiliencia de los edificios, teniendo en cuenta variables como la tipología constructiva, el municipio en el que se ubican y los principales riesgos energéticos y climáticos. «Hemos valorado riesgos por ola de calor, en municipios con riesgo de inundación o de apagones, tanto en edificios residenciales como industriales», detalló.
Este enfoque integral ha permitido diseñar un proceso ágil de análisis y evaluación de infraestructuras críticas, con el objetivo de ofrecer soluciones personalizadas y adaptadas a las necesidades reales de cada entorno. Una aproximación que, según se destacó durante la jornada, resulta especialmente relevante en un contexto marcado por fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes.
Áreas empresariales, industria y respuesta ante la emergencia
La jornada también abordó el impacto de la DANA en el tejido empresarial e industrial valenciano. Desde Fepeval, Patricia Muñoz recalcó la importancia de actuar con rapidez y coordinación en situaciones de crisis, independientemente de que las áreas empresariales estuvieran o no adheridas a una Entidad de Gestión y Modernización (EGM). «Fepeval actuó pese a que no estuvieran adheridas para ayudarles desde el primer momento, informándoles sobre ayudas y recursos», explicó, subrayando que cuidar y modernizar las áreas empresariales es clave para ganar competitividad.
Desde el ámbito industrial, Néstor Arroyo, de Valmetal, puso de manifiesto las distintas situaciones vividas por las empresas durante la DANA. «Se vio claramente la necesidad de electrificar procesos», afirmó, destacando el papel de su entidad como interlocutor para facilitar la coordinación entre empresas, especialmente en cuestiones relacionadas con suministros y operativa.
Estas reflexiones evidenciaron que la resiliencia no es solo una cuestión tecnológica, sino también organizativa y de gobernanza, en la que la colaboración entre empresas, asociaciones y administraciones resulta fundamental.
Comunidades energéticas y participación ciudadana como factor clave
Otro de los grandes ejes del debate fue el papel de las Comunidades Energéticas Locales (CEL) como herramienta para avanzar en la descarbonización y mejorar la resiliencia frente a situaciones extremas. Jorge Valls, desde la Fundación Valencia Clima y Energía, incidió en la necesidad de contar con ayudas que impulsen el autoconsumo y el desarrollo de estas comunidades. En ausencia de incentivos específicos, apuntó, las ayudas a la rehabilitación pueden servir para vertebrar soluciones que refuercen la resiliencia, como se ha visto en experiencias como la comunidad energética local de Castellar.
En esta misma línea, Milagros Peña explicó el impacto que tuvo la DANA en el proyecto europeo ENCOM, centrado en comunidades energéticas locales y desarrollado en municipios como Sot de Chera y Catarroja, cuyos pilotos se vieron directamente afectados. «Con los efectos de la DANA vimos cómo la participación ciudadana fue esencial para una recuperación más rápida», señaló.
Además, la investigadora del ITE destacó cómo, en ese contexto, surgió un mayor interés por soluciones como la movilidad compartida, especialmente entre personas que se habían quedado sin vehículo, así como por dispositivos que permiten disponer de electricidad en situaciones de emergencia. Un ejemplo claro, según se puso de manifiesto, de cómo la innovación social y tecnológica pueden ir de la mano.
Almacenamiento, gestión energética y oportunidades de cambio
La gestión energética y el almacenamiento fueron otros de los aspectos clave abordados durante la mesa. Gonzalo Ubieto, de Ampere Energy, subrayó la importancia de mitigar los problemas que no se pueden controlar a través de una gestión eficiente de la energía. «Es fundamental tener claro cómo consumimos energía y cuál es la mejor solución tecnológica para afrontar estos retos», afirmó, destacando que situaciones como la DANA han puesto de manifiesto que estas tecnologías son indispensables tanto para cumplir los objetivos de descarbonización como para mejorar la eficiencia energética.
Desde GDES, Fernando Giner aportó una visión complementaria al señalar que la energía acumulada puede ayudar a que una empresa no se vea afectada en un primer momento por situaciones extremas, pero advirtió de que, cuando ese remanente se agota, los efectos pueden ser igualmente perjudiciales. «Ahí es donde hay que introducir sistemas e inversores que ayuden a resistir estas situaciones», explicó, poniendo como ejemplo a las empresas de productos frescos y la importancia de contar con baterías, gestión térmica y diversidad de fuentes energéticas.
En este contexto, Enrique Bayonne, director del Clúster de la Energía de la Comunitat Valenciana, destacó el carácter innovador del tejido empresarial valenciano. A su juicio, lo ocurrido tras la DANA o episodios como los apagones ha demostrado que la electrificación y las nuevas tecnologías no son solo un reto ligado a la transición energética, sino una gran oportunidad para mejorar la eficiencia energética en sentido amplio.
Como cierre del debate, Iratxe Rodríguez, directora de Investleading, puso el foco en el urbanismo y la edificación, destacando la importancia de elevar el suelo en nuevas construcciones para reducir el riesgo de inundabilidad y defendiendo una mayor flexibilidad a la hora de edificar en altura como medida de adaptación a los nuevos riesgos climáticos.
El proyecto Habitat ha sido financiado por la Generalitat Valenciana a través de la Conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda mediante convenio de I+D con la Generalitat Valenciana dentro de las ayudas dirigidas a centros tecnológicos de la Comunitat Valenciana.